EL CAIRO

AEROPUERTO EL CAIRO. 16 de octubre, miércoles

Partimos por la tarde rumbo a El Cairo. A nuestra llegada, en el mismo vestíbulo  del aeropuerto nos recibe una persona de la agencia, lo que es de agradecer recién llegados a un país ajeno. Su español no era muy bueno, pero resultó suficiente. El nos ayudó a tramitar el  visado y en la misma ventanilla donde se hace y tal y como habíamos leído, procedimos al cambio de moneda.  Luego me quedaba la compra de una tarjeta de datos para el teléfono ya que habíamos leído que en los hoteles solo suele haber wifi en las recepciones y durante el crucero había que comprar este “wifi” al barco a precios elevados (40 euros por 5 días)  además de no ser bueno. Así que investigamos los precios de dos de los tres puestos (orange, Vodafone y una compañía local) y nos decidimos por vodafone aunque no había mucha diferenciaa entre ellas. 15 euros 10 gigas de datos y algunos minutos en llamadas nacionales e internacionales. Como ya habíamos hecho en Costa Rica, con esa tarjeta nos conectamos los dos y fue más que suficiente para enviar whatsap y conectarnos a internet de vez en cuando durante los nueve días que estuvimos en el país. Únicamente nos pidieron el pasaporte que fotocopiaron y ellos mismos nos pusieron la tarjeta que comenzó a funcionar de manera inmediata sin necesidad de activarla u otro trámite adicional.

Ahora nos quedaba llegar al hotel. Debimos de ir circunvalando la enorme ciudad de El Cairo ya que recuerdo que tardamos cerca de una hora en llegar al hotel, el Mercure Cairo de 4 estrellas. Lo primero que nos llamó la atención fue ver que tenían un policía vigilando la entrada del hotel y  tener que pasar por un arco de seguridad, al igual que el equipaje, y esto mismo cada vez que entrábamos en el hotel. Ya en la recepción  entregamos los pasaportes a la persona que nos había recogido quien a su vez hizo los trámites con la recepción del hotel. Nos entregaron la tarjeta de la habitación  y nos despedimos de nuestro acompañante, hasta mañana a las 7,30 en que nos recogería nuestro guía para comenzar nuestra visita a la ciudad.

Para llegar a nuestra habitación comenzamos una peregrinación por pasillos hasta llegar a la nuestra, que distaba unos 150 metros de la recepción y es que el hotel se extendía por una gran superficie que integraba jardines, terrazas, piscina, zona de juegos para niños, etc. Parecía un lugar muy agradable.

Pero no conseguimos que la puerta abriera, así que, a deshacer el camino que habíamos traído hasta la recepción donde nos facilitaron otra. Esta sí que abrió pero fallaría al día siguiente. En total nos dieron unas cuatro tarjetas y ninguna de ellas llegó funcionar correctamente, pero de esto haré luego una mención a parte.

Al entrar recibimos una “bofetada” de calor. Faltaba quizás el detalle de tener puesto el aire acondicionado un poco antes. La habitación acogedora, tamaño suficiente, limpia y con una pequeña terracita en la que dicho sea de paso, no se podía estar primero por el calor, y  segundo porque las dos sillas que tenía no habían sido limpiadas desde que posiblemente reinara algún faraón, así que nos dispusimos a deshacer el equipaje y a prepararnos para dormir.

Añado que el hotel que inicialmente buscó la agencia fue el Barceló pero cuatro meses antes estaba ya completo para estas fechas así que este fue la segunda opción.

SAQQARAH, MENFIS Y EL GIZA. 17 de octubre, jueves.

Bajamos a desayunar unos 30 minutos antes de la hora acordada para reunirnos con nuestro guía. A las 7 de la mañana nos encontramos la cafetería llena y si bien encontramos una mesa, no había sido limpiada  y tampoco teníamos cubiertos. No éramos capaces de encontrar platos, que al parecer no les había dado tiempo a reponer, y cuando preguntaba a algún camarero, ni me miraba.  Parecían desbordados. Al final, casi corriendo, tomamos el desayuno y nos dirigimos al punto de encuentro.

Y puntualmente conocimos a la que sería nuestra guía, Manal,  junto con la representante de la agencia, también otra mujer,  quien nos preguntó si teníamos alguna petición especial. Aproveché entonces para  mostrar mi interés por asistir a un espectáculo de  derviches, pero en el centro de la ciudad de los que había leído que eran muy buenos, aunque ella se empeñaba en enviarnos a algún sitio que incluyera cena y hablaba de barcos, lo que no me convenció ya que me daba la impresión que me iba a enviar a una “turistada” que era lo que trataba de evitar, así que insistí en que solo quería el espectáculo, sin cena, pero aunque quedó en facilitarme información, no volví a saber de ella, aunque sí tengo que añadir que Manal lo consultó y me dijo que el día que podíamos asistir, no se celebraba el espectáculo.

Manal resultó ser una mujer muy comunicativa. Nos dijo que comenzaríamos por Saqqara para terminar en El Giza. Yo la comenté que me gustaría hacer alguna visita fuera de programa, si era posible, como el Serapión o la recién abierta pirámide acodada y alguna que otra mastaba o pirámide de las que no estaban incluidas en la entrada.

Y comenzamos nuestro alucinante viaje por este país, en una cómoda van para nosotros dos solos con rumbo al sur a Saqqara circulando mucho tiempo paralelos a un canal de agua que más parecía un vertedero de basuras. Inicialmente lo que más me impresionó fue la suciedad de las calles  y el aparente caos. También que exceptuando la calle por la que circulábamos, el resto no estaban asfaltadas. Y permanecí con los ojos muy abiertos a esta nueva realidad. Vi mujeres, todas cubiertas de la cabeza a los pies, algunas solo con el pañuelo en la cabeza y otras vestidas de negro dejando ver únicamente sus ojos. Manal, -que igualmente iba cubierta de cabeza a pies aunque con camisa de manga larga y pantalones largos y que respondiendo a mi pregunta me dijo que según el profeta debían cubrir su cuerpo para su propia protección- a muchas mujeres esta forma de vestir les proporcionaba un anonimato que les permitía, por ejemplo, mendigar sin ser reconocidas. Otras, son pobres y no tienen mucha ropa, por lo que las resulta más barato y cómodo. Sea por lo que fuera no llegué ver ninguna mujer vestida a  la manera occidental y los hombres vestían con su chilaba.

Y quizás antes de seguir con el relato y para facilitar su lectura convenga hacer algunas aclaraciones sobre algunos términos. Por ejemplo, he descubierto el término de MASTABA  que se refiere a un tipo de tumba egipcia antigua de base rectangular, techo plano y muros laterales inclinados, construida con bloques de adobe (barro del río Nilo) o con piedra. Fueron los lugares  de entierro de muchos personajes egipcios durante el Periodo Arcaico de Egipto y el Antiguo Imperio. Luego los faraones comenzaron a ser enterrados en pirámides, en lugar de mastabas, aunque continuaron empleándose para otros personajes durante más de mil años.

Sin dejar de ver basura por las calles algunas veces acumulada en montones, otras en el cauce de este canal y otras más formando parte ya del asfalto, llegamos a la necrópolis de Saqqara, que acoge las pirámides más antiguas que se conservan del Egipto faraónico.
Y casi en completa soledad nos dirigimos directamente a la tumba de Kamemni (2400-2350 A.C.)

Y aquí comenzó nuestro fascinante viaje en el tiempo en el que nos remontamos más de 4.000 años.
Kagemni ostentó un  importante cargo con el  faraón Teti el primero de la sexta dinastía siendo también su sumo sacerdote  y fue enterrado junto al complejo funerario de Teti.

Los grabados son de una gran calidad, ya que por su cargo pudo utilizar a los artesanos del rey.  La tumba muestra escenas tanto de su carrera política como  de la vida cotidiana.

Es la primera vez que nos encontramos ante algo  que tiene nada más y nada menos que 4000 de antigüedad. Contemplamos  maravillados por su perfección  grabados de varios animales, escenas de caza y de pesca, de lucha con cocodrilos e hipopótamos, reflejando pequeños detalles y con una precisión asombrosa como redes de pescadores e incluso vemos algunos insectos. Aunque los colores han desaparecido, los grabados presentan un excelente estado de conservación y parece que hubieran sido realizados ayer.  Yo me siento abrumada y hago tímidamente algunas fotos  ya que Manal me avisa de que no está permitido.

A la salida le pedimos a Manal entrar en la pirámide de Teti que se encuentra junto a ésta. Nos deja en la puerta y entramos solos nosotros junto con su vigilante. 

Descendemos por un pasadizo de no más de metro y medio de alto hasta llegar a una sala, la antecámara, y posteriormente accedemos a la cámara funeraria en la que encontramos un sarcófago de basalto. Tiene  unos 3 metros de anchura y de 4 metros de altura. En el techo los bloques de piedra están desplazados debido a terremotos. 

Las paredes estas llenas de grabados. Algunos de los textos están dibujados sin llegar a ser grabados, y el sarcófago de basalto reposa sobre unos groseros soportes de roca que no se terminaron de retirar. En el techo, estrellas celestes muestran una cuadrícula de la plantilla usada para dibujarlas y que tenía que haber desaparecido en el momento del acabado definitivo. 

Todos estos trabajos inacabados son indicios de que el faraón fue asesinado y enterrado antes de tiempo. A nosotros nos impresiona ver los muros cubiertos por escrituras, que no comprendemos y supongo que para alguien que sepa leer esto debe ser una maravilla.



Y  ahora nos dirigimos a la pirámide escalonada de Djoser, (2665 al 26450 a de c) la primera pirámide construida y cuya estructura arquitectónica está formada por  plataformas decrecientes superpuestas retranqueadas, a manera de gradas o escalones, para conseguir una forma similar a una pirámide. 

Obra del arquitecto Imhotep  quien tuvo la genial idea de ampliar la mastaba del faraón Djoser para convertirla en la primera pirámide de la historia.




Forma parte de un gran complejo funerario que vamos visitando. Atravesamos la sala hipóstila o columnata de Djoser compuesta de 40 columnas y paseamos entre restos junto al patio de la pirámide que recrean pabellones y capillas ficticias en los que el ka del faraón difunto realizaba el jubileo o fiesta Sed.
Ahora  nos dirigimos a la tumba de la princesa Idut, hija predilecta de Unas. Está compuesta por 10 habitaciones, pero decoradas solo la mitad siendo las demás depósitos. Tiene bajorrelieves que representan escenas de la vida cotidiana como escenas de caza  y ofrendas funerarias así como  su preparación. Su  estado de conservación es muy bueno y entre los relieves  destacan escenas de caza en general y del hipopótamo en particular, además de muchas de las escenas habituales en las tumbas del Imperio Antiguo. Admiramos la belleza y meticulosidad de estos grabados que conservan aún gran parte de su policromía.

Atrás dejamos la pirámide roja para poner rumbo a la pirámide acodada atravesando un paisaje árido y llano donde solo la silueta de las impresionantes pirámides rompen la monotonía lineal erigiéndose majestuosas y desafiantes hacia un cielo que poco a poco va recuperando su color azulado apagado por el polvo.

Esta pirámide ha sido abierta al público el pasado mes de agosto y fue una petición que le hice a nuestra guía, quien nos comentó que sí merecía la pena su visita aunque ella no quiere entrar por la dificultad que presenta describiéndonos un poco lo que nos íbamos a encontrar. Pese a que lo pintó un poco negro, nos decidimos a visitarla. 

Es considerada por los expertos como un intento fallido de levantar una estructura de caras lisas. La pirámide conserva aún la mayor parte de su recubrimiento, lo que la convierte en la pirámide que actualmente está mejor conservada de todo Egipto y lo que hizo que fuese conocida como “aquella que brilla al sol”  En su interior se encuentra una bóveda falsa con apoyo en las cuatro paredes que es la más antigua conocida.

Manal nos deja en el aparcamiento, frente a ella y tras atravesar unos 200 metros por este erial castigado por el sol, llegamos hasta las escaleras de madera que nos ascienden a su entrada. Allí hay un vigilante sentado a la sombra y nos asomamos a su entrada. 
Nos encontramos con un túnel de unos 80 metros de largo que desciende hasta las dos cámaras situadas en el interior. Nos damos la vuelta para marcha atrás comenzar su descenso por una rampa de madera con travesaños y pasamanos lo que nos facilita nuestra marcha. Una vez abajo comenzamos a subir por dos tramos de unas pronunciadas escaleras de madera que parecen ascender por el centro de la pirámide para después caminar casi a cuatro patas por un estrecho túnel  muy aireado hasta llegar a la parte más alta de la pirámide por su interior donde los murciélagos reposaban tranquilamente.  Y creo recordar que en nuestro camino nos cruzamos tan solo con una pareja.

Ahora nos quedaba regresar y ascender los casi 100 metros de túnel encorvados, una posición incómoda que lo hace algo más  penoso.  Mejor no mirar el final, ya que el calor se suma al esfuerzo. Aquí nos cruzamos con otra pareja que descendía de frente  y a la que aconsejamos  que se diera la vuelta para mayor seguridad y comodidad.  Poco a poco el punto de luz que vislumbramos al final del túnel se va agrandando hasta sorprendernos la luminosidad del sol.

Interesante visita y recomendable, sobre todo porque no hay apenas gente.


Regresamos al aparcamiento donde nos esperaba Manal para dirigirnos ahora a la pirámide roja.



De nuevo atacamos el ascenso por una escalera de madera hasta  la entrada a la pirámide, más o menos a media altura. Y sinceramente, nos resultó dura.

El interior de esta pirámide es similar al de la acodada aunque el descenso es algo más corto y menos pronunciado, por lo es más sencillo, siendo los corredores un poco más pequeños. Pero hubo algo que nos llamó especialmente la atención y que no hizo muy agradable su visita y fue un fuerte olor a amoniaco. Además, el aire parecía más viciado. Comprensible si pensamos en la gente que la visita a diario y los años que lleva abierta en comparación con la acodada.

Nuestro siguiente destino estaba ahora en Menfis, a donde llegamos en muy poco tiempo. Mientras que nos dirigíamos allí volví comentar a nuestra guía el deseo de  visitar el Serapeum  pero  me dijo que lo habíamos dejado atrás en Saqqara. 

Posiblemente hubo un malentendido y es que ella nos dijo que para visitarlo había que pagar una entrada adicional y al no decir nosotros nada más  no volvió a comentarlo interpretando que no deseábamos abonarlo. Nosotros por otro lado esperábamos que nos avisara cuando llegara el momento, lo cual no llegó. Así que ahora para visitarlo deberíamos regresar y pagar otra vez la entrada. Una pena. Y ahora, con la perspectiva del tiempo y de los días pasados con ella no sé si dudar de que lo ocurrido fuera debido a una mala interpretación o  más bien fuera algo premeditado. 

Menfis fue  fundada en el año 3100 a.C.y fue la primera capital del país desde su unificación. Durante sus más de 3.000 años de historia, Menfis fue un importante centro político y religioso donde se veneraba al dios Ptah, además de ser la ciudad de coronación de los faraones. Estaba ubicada entre el Alto y el Bajo Egipto  y se  piensa que fue la ciudad más poblada del mundo hasta el año 2250 a.C.

Y escribir las fechas no cuesta trabajo, ninguno, hasta que uno reflexiona y piensa que nos estamos remontando 5.000 años o más en el tiempo. Que en realidad viajamos miles de años, y eso da vértigo cuando nos detenemos a pensar porque durante todo el viaje es lo más natural del mundo. Así que olvidamos que nos movemos en una línea del tiempo de miles de año asumiéndolo  como algo normal.

En el año 2240 a.C., Tebas, la actual Luxor, la sustituyó como capital de Egipto. Pasaron los siglos y, en el 331 a.C., con la fundación de Alejandría, comenzó a perder importancia hasta que en el año 641 queda abandonada. Sus restos fueron utilizados en la construcción de El Cairo. A día de hoy, Menfis es un museo al aire libre donde se encuentran decenas de reliquias del país, entre las que destacan dos de las estatuas más importantes de Egipto

Aquí dedicamos la mayor parte del tiempo al coloso de Ramses II una estatua tallada en piedra silícea de nada menos que de 10 metros de largo, que sería su altura si hoy pudiera permanecer en pie. Pero, lamentablemente, al ser encontrado en las cercanías del templo de Ptah, ya había sufrido daños considerables y sus piernas habían sido destruidas hasta la rodilla. De lo que queda de ambas puede observarse que la pierna izquierda está un poco adelantada, en una clara señal de avance, como la que muestran los colosos del templo de Hathor, en Abu Simbel.

Pero antes de entrar a admirar esta colosal estatua,  dedicamos unos minutos a la Esfinge de Alabastro, esculpida en una sola pieza de alabastro y que mide 4 metros de alto, 7 metros de largo, y pesa 80 toneladas. Por sus facciones y otros detalles, se piensa que pertenece a la reina Hatshepsut, mi reina favorita.


Y desde aquí pusimos rumbo a El Cairo, a El Giza.





Nuestra primera parada sería la impresionante pirámide de Keops que magnífica  yergue su gigantesca silueta hacia el cielo. El color dorado de sus piedras contrasta con el azul  de un cielo que parece querer rozar. Es…impresionante. Y ahora, frente a ella, sentí una intensa y profunda emoción. Jamás pensé cuando la estudiaba en mis años de instituto, hace ya la friolera de 40 o más, que ahora estaría a sus pies. Comenzaban las emociones más fuertes.

La pirámide de Keops, también llamada la Gran Pirámide, es la más grande de todas las que existen en Egipto. Se construyó alrededor del año 2570 a.C. por orden del faraón Keops y en su origen medía 146 metros de altura con 230 metros de longitud en la base de cada uno de sus lados. Estaba formada por 2.300.000 bloques de piedra y se encontraba recubierta de piedra caliza, que hoy se ha perdido. Por esa razón su altura actual es de 136 metros.


La irregularidad del suelo nos obligaba a mirar donde poníamos nuestros pies y en esos segundos, perdíamos de vista la grandiosidad de este imponente monumento funerario que con sus más de 4000 años nos contemplaba ahora. Y me sentí pequeña junto a todos esos puntitos de colores que nerviosamente se movían a su alrededor como minúsculos e irrelevantes seres mortales. Y pensé ¿qué podría contarnos de poder hablar?

Manal nos preguntó si deseamos entrar, pero ya lo habíamos hecho en dos  pirámides, más pequeñas, pero el coste no compensaba lo que íbamos a encontrar en su interior, no solo según lo que nos decía Manal, sino que coincidía con lo escrito por otros viajeros. El entrar era más bien por poder afirmar que habíamos estado en el interior de la gran pirámide así que  decidimos no hacerlo.

Junto a ella, vemos la pirámide de Kefrén, un poco más pequeña con sólo una cámara funeraria, pero con unas dimensiones también impresionantes. Construida años después por orden de Kefren, hijo de Keops, llega tener una altura de 143 metros, 3 metros menos que la Gran Pirámide.

Actualmente es más grande que la anterior debido a que aún conserva en su cúspide la piedra caliza que la recubre. Esto, unido a que se encuentra en una zona más elevada hace que parezca mayor y por eso durante mucho tiempo fue a esta a la que se llamó Gran Pirámide. Como curiosidad, decir que existe un pasadizo subterráneo que une esta pirámide con la Esfinge.



Antes de desplazarnos a un mirador desde donde contemplar las tres pirámides, Keops, Kefrén y Micerinos, Manal nos ofrece la posibilidad de entrar en el museo de la barca solar, previo pago. Y aceptamos.

Es un pequeño edificio que se encuentra al lado de la gran pirámide y que fue hecho ex profeso para contener esta barca. Cuenta con un estricto control de humedad para poder preservar el tesoro que guarda en su interior.

A la entrada nos ponemos unas  pantuflas. Las mías resultan incómodas ya que no tienen cordones para ajustarlas y como tengo los pies pequeños se me salen al caminar.




En primer lugar contemplamos una maqueta y la enorme zanja cubierta por tremendas losas que contenían esta barca. Nos cuenta Manal que estaba desmontada en más de 1200 piezas  y que un ingeniero tardó  años en montarla.  Tiene unas dimensiones de 43.4 metros de longitud, 5.6 metros de ancho y 1.5 metros de calado. Angel hizo el chiste fácil al comentar que si a la realeza las manualidades les iban poco ,  a este pobre faraón le  habían dejado una  buena, teniendo que montar más de millar de piezas y encima, después de muerto….

Y sin saber lo que íbamos a encontrar, accedemos al interior.





La visita se puede realizar en tres diferentes niveles y comenzamos por el inferior. Cuando entro me quedo absolutamente perpleja. Frente a mi tengo una gigantesca barca de madera suspendida en el aire. Voy caminando sin perderla de vista, impresionada por su tamaño y excelente estado de conservación.

La historia y la función de la barca no se conocen con precisión, aunque se sabe que las barcas solares eran naves rituales que simbolizaban el ciclo de la vida y la muerte mediante el paso del sol a través del cielo. Sin embargo, esta barca no solo posee un significado simbólico, pues contiene signos que indican que fue utilizada en el agua, aunque Manal nos dice que una sola vez  para llevar el cuerpo embalsamado del faraón de Menfis, la capital del reino, a la necrópolis de Giza a través del Nilo. Otras versiones dicen que es posible también  que Keops la usara como un "barco de peregrinación" para visitar lugares sagrados y que por ello haya sido enterrada junto a su tumba, para que le fuera posible utilizarla en la vida después de la muerte.

Según varios especialistas, esta barca solar presenta características de una embarcación de alta mar, con una proa levantada, lo que le permitía sobrepasar las olas del mar.

Subimos para contemplar esta maravilla desde los otros niveles. Esto ha sido una auténtica sorpresa que me ha dejado sin palabras. Así que me dedico a disfrutar de su contemplación desde todos los ángulos posibles y además, añadimos un atractivo adicional: estamos solos. La fotografío desde distintos puntos con el teléfono móvil. Y es que fue muy habitual que no permitieran cámaras fotográficas en el interior de muchos lugares turísticos (sin previo abono de una cantidad) pero no así el uso de Smartphone. Al parecer es por el flash, lo que no entiendo mucho, porque todas las cámaras tienen la opción de ser utilizadas sin él, y los teléfonos móviles también tienen flash. Pero son sus normas y ya nos ha pasado en el interior de las pirámides visitadas y nos pasaría a lo largo de nuestro viaje. Adelanto que según nuestro guía de Luxor, prohibirán también el uso de los móviles. Pero por ahora, disfruto de esta posibilidad. Afortunadamente la calidad de la cámara de fotos de mi Smartphone es muy buena.

Mencionar por último que esta barca solar, es solo una de las cinco enterradas alrededor de la pirámide de Keops, y que hasta ahora se han descubierto otras cinco junto a la pirámide de Kefrén.

Ahora ya nos dirigimos hacia el punto panorámico desde el que se contemplan las tres pirámides y la ciudad de El Cairo al fondo.

Circulamos por carreteras rodeadas de desierto. Se ha levantado viento y hay polvo en el aire por lo que las condiciones para las fotos no son muy buenas, pero no nos importa.

Allí nos encontramos con grupos de turistas y gente que se hace las típicas fotos con “posturitas”. Nuestra guía nos dice que nos pongamos para hacernos una foto con nuestra mano como si sujetáramos la punta de la pirámide. Salto como un resorte. Me horrorizan ese tipo de fotografías, así que Manal  riéndose, se lo cuenta a nuestro conductor y mientras ellos esperaban en la furgoneta, nosotros caminamos disfrutando de un lugar único, mágico, milenario y lleno de historia.

Volvimos a subir a nuestro vehículo que nos trasladó al templo del valle de Kefrén. Mientras bajábamos la pendiente que nos llevaba allí vimos calesas tiradas por pequeños  caballos que subían y bajaban, pero lo que me llama más la atención es que algunos de ellos resbalaban en el asfalto y las patas se les iban hacia los lados.
 El Templo del Valle es el nombre de una construcción adjunta a cada pirámide. Actuaba como entrada al complejo funerario y estaba unido por una calzada. En general, estaban dotados de dos puertas con un vestíbulo y una sala hipóstila, de forma similar a los templos funerarios. Su finalidad era realizar en  los ritos de purificación de la momia del faraón, que era llevada en procesión por la calzada hasta su mausoleo.

Se encuentra a 500 m de la Pirámide de Kefrén, cerca de la Gran Esfinge y casi intacto al haber estado cubierto por la arena hasta el siglo XIX. De planta cuadrada, sus muros de piedra caliza miden 45 m y su grosor va en disminución, dándole un aspecto exterior de mastaba. Las paredes están revestidas de granito rojo pulido tanto interior como exteriormente, mientras que el suelo es de caliza blanca.

Al estar  construido sobre una pendiente, sus muros son de diferentes alturas. Carece de pinturas e inscripciones y lo más destacable son los bloques que forman las columnas y las enormes piedras de las paredes que parecen encajar perfectamente.

Al salir de este templo a nuestra derecha aparece la Gran Esfinge que majestuosa y solitaria contempla el dorado horizonte. Su construcción se atribuye a Kefrén  y sus dimensiones son enormes: 57 metros de longitud y 20 metros de altura, midiendo el rostro más de cinco metros.  Su función era la de guardián de la pirámide del rey Kefrén. Se realizó esculpiendo un montículo de roca caliza situado en la meseta de Giza. La cabeza podría representar al faraón Kefrén, teniendo su cuerpo la forma de un león. En épocas antiguas estaba pintada de colores vivos.

Aquí el número de turistas había aumentado considerablemente y era casi un hormiguero. Hacerse una fotografía con la esfinge al fondo era ardua tarea. Y desde aquí contemplé, bueno, mejor dicho, sufrí un triste espectáculo. Un pequeño caballo que tiraba de una calesa se negaba a subir la cuesta que nosotros habíamos bajado con nuestra van. El animal era hostigado con un látigo, pero ante su negativa, se pusieron dos personas, una a cada lado del pobre animal a darle latigazos obligándole a subir esa cuesta. El ruido se oía desde donde estábamos nosotros, a unos 200 o 300 m. Me dio una pena terrible. Adoro los caballos. Intentaba comprender que si no subía la cuesta, no podría cargar con sus turistas para ganarse unas libras, así que para su dueño no era una cuestión baladí, si no vital. Comía su familia de él. Un choque de dos mundos muy distanciados. Nosotros usamos los caballos principalmente para nuestro ocio y entretenimiento. A ellos les dan de comer. Aún haciendo un esfuerzo, me dolía el sonido de los latigazos y lo pasé francamente mal.

Y después para finalizar con las visitas del día nos llevaron a una fábrica de papiros donde nos mostraron el proceso de su fabricación, que realmente parecía simple. Nos invitaron a una bebida pero, como decidimos no comprar nada, se les debió de “olvidar” y nosotros tampoco teníamos el mayor interés por ella, así que dejamos la tienda para dirigirnos a comer.

Nos llevaron a un restaurante local donde disfrutamos junto a nuestra guía de una deliciosa y abundante comida egipcia, muy especiada, como casi toda la comida árabe. Fuimos nosotros los que elegimos comer después de hacer todo lo previsto para el día de hoy.

Iniciamos ya el regreso al hotel parando antes en un comercio de vodaphone ya que la tarjeta SIM que habíamos comprado el día anterior en el aeropuerto dejó de funcionar nada más llegar al hotel. Pero cuando entramos encontramos la tienda llena y nos dan escrito en un cacho de papel el número 17. Nuestra guía se queja al responsable de la tienda que nos dice que tenemos que esperar nuestro turno y nosotros transmitimos que ayer, cuando compramos la tarjeta, ya tuvimos que hacer la correspondiente fila. Entre queja y protesta, llega nuestro turno. Hicieron algo que nos faltó a nosotros hacer y en lo que pensé: sacar y volver a meter la tarjeta. Con esta sencilla operación volvimos a disponer de datos los dos.

Pasados quince minutos de las cuatro de la tarde, nuestro conductor nos llevó al hotel donde nos dejó sobre las 16,30.

Vimos que en los jardines se estaba preparando la celebración de una boda y por la hora, no nos daba ya tiempo a disfrutar de un baño en la piscina pero sí de una buena ducha. Como no nos apetecía salir a cenar ya que no vimos ningún establecimiento cercano,  tiramos de reservas: unas lonchas de jamón serrano con pan tostado acompañadas de agua y unas galletas de emergencia que resultaron muy ricas. Y nos fuimos a descansar. Nos habían citado a las 7,30, aunque yo había insistido a Manal en que no teníamos ningún  problema en que fuera más pronto si así aprovechábamos bien el día, pero según ella no era necesario. Y esto no fue verdad.

EL CAIRO, LA CIUDAD. 18 de octubre, viernes.

Hoy nos levantamos más pronto que ayer para poder disfrutar del desayuno con tranquilidad. Y encontramos menos gente en el restaurante, y apenas quedó rastro del aparente caos que reinó ayer.
A la hora acordaba llegó Manal dirigiéndonos en primer lugar a la ciudadela de Saladino. Hoy es festivo para ellos por lo que el tráfico era fluido y sin dificultades llegamos a los pies de esta imponente ciudadela.

Construida bajo el encargo de Saladino en el siglo XII a modo de fortificación para proteger la ciudad de los ataques de las cruzadas, se convirtió en un lugar seguro en el que se establecería la residencia real. Actualmente es uno de los principales lugares de interés turístico de El Cairo y ofrece vistas privilegiadas de la ciudad. Tiempo atrás, la ciudadela era una pequeña ciudad dentro de la ciudad y pese a su relativamente pequeña extensión, estaba habitada por 10.000 personas. Dividida en diferentes barrios, contaba con un palacio y diversas mezquitas, además de varios cuarteles en los que vivían los militares encargados de proteger la ciudad. Fue el hogar de los gobernantes de Egipto durante unos 700 años.

Su legado es una colección de tres mezquitas muy diferentes, como la Mezquita de Mohamed Ali, conocida como la Mezquita de Alabastro debido al material que la recubre tanto por dentro como por fuera. Se encuentra situada en lo alto del monte de Muqatam, en el interior de la Ciudadela de Saladino y es allí a donde nos dirigimos.

Su dorada silueta se recorta sobre el azul del cielo y accedemos en primer lugar al patio, con su fuente central y un reloj que dicen que nunca funcionó regalado por el gobierno francés a cambio de un obelisco. De aquí accedemos al interior, a la sala de oración de esta gran mezquita donde a parte de la iluminación destacan las cúpulas. Decorada con mosaicos y piedras preciosas, esta estancia alberga el mihrab y la tumba de Mehmet Al de mármol blanco cincelado y piedras preciosas.

Fue la mezquita más grande construida en la primera mitad del siglo XIX y es también la más visible de la capital egipcia por su elevada ubicación y la altura de sus minaretes. Manal nos deja un tiempo para hacer fotos y después nos invita a sentarnos sobre sus alfombras. A estas horas hay pocos visitantes y es fácil aislarse del caos de la ciudad. Manal nos cuenta cosas sobre el Corán pero a nuestro juicio, se alarga excesivamente. 

Nosotros somos muy respetuosos con las creencias y religiones de la gente y la dejamos seguir, pero no pude evitar pensar en lo que nos quedaba aún por ver y después,  en las visitas que no pudimos realizar o en otras a las que hubiéramos dedicado más tiempo o que hubiéramos hecho con  más tranquilidad.  Así que este tiempo, por corto o largo que fuera, lo consideré valioso para nosotros, pero me molestó más porque después  haber trazado unas breves líneas sobre su religión, el resto me pareció una arenga religiosa que carecía de sentido para nosotros. Supongo además, que si da con algún turista no musulmán profundamente religioso podría llegar a molestar. Así pude comprobar en mis propias carnes que en “todas las religiones cuecen habas, e incluso, en algunas, echan hasta chorizo”.


Una vez fuera nos asomamos al impresionante balcón  que nos muestra una inmensa ciudad a nuestros pies  en la que los edificios apiñados parecen alargarse hasta el infinito. Parece una ciudad sin fin.

Como al empezar el día le había manifestado a Manal mi interés por visitar alguna mezquita más como la de A-Azhar Patrimonio de la Humanidad, me la señala desde este mirador y me dice que al ser festivo estaría cerrada.




No obstante nos dirigimos para allí  parando unos minutos a sus puertas para después dirigirnos al Museo de la ciudad.

Y una vez aquí nos encontramos en el centro de un hormiguero donde los turistas nos concentrábamos a la entrada alrededor de nuestros respectivos guías.

No se permiten cámaras fotográficas, pero sí los smarphones, así que detrás de nuestra guía sorteando grupos y grupos de turistas, fuimos descubriendo las maravillas que este lugar encerraba. 

Y alguna de ellas con una gran carga emocional

Seguramente al intentar mencionar todo lo que vimos, se me olvidarán muchos. Habré también, almacenado imágenes, pero no sus nombres o circunstancias y es que es tanto, y tan hermoso lo que se guardan entre estas paredes que fue y es muy difícil asimilar y recordar.

Las estatuas de Amenhotep III y Tiyi de más de 36 metros de altura en el centro de la primera sala del museo, nos dan la bienvenida. Comenzamos con  la Paleta de Narmer,  una de las obras más importantes del museo, ya que sus relieves relatan la unificación del Alto y Bajo Egipto por el rey Narmer, evento que marca el comienzo de la primera dinastía del Imperio Egipcio.  Seguimos con la Triada de Micerino una de las esculturas más importantes de toda la civilización egipcia. En el centro, en postura hierática y de mayor altura que los demás  personajes, está el faraón Micerino; acompañado por su lado  derecho de la diosa Hathor (deidad del amor y las artes)  y por el izquierdo por la diosa  Bat.

Hay dos obras especialmente emotivas no solo para mi, sino también para Angel: Sheikh el beled  el alcalde pueblo con unos ojos de una gran expresividad y mirada dulce, y el escriba sentado, escultura también de una gran viveza y delicadeza, muy distinta a la anterior. Su mirada, la posición de sus manos...

Ambas fueron unos auténticos iconos cuando estudiaba historia de las civilizaciones en 1º de B.U.P. con 14 años en el I.N.B. Santa Teresa de Jesús en Madrid de la mano de DON. Francisco Perez, CATEDRÁTICO de historia,  y pongo ambas con mayúscula tratando de rendir un homenaje a un  viejo  y GRAN profesor que supo transmitirnos como ningún otro su amor por la historia y sobre todo, por el arte. Fue él quien por primera vez nos las mostró con auténtica adoración. 44 años atrás no disponíamos de los medios audiovisuales que tenemos hoy así que el hombre se las ingenió y todos los jueves dividía la clase en dos y la mitad rodeaba su mesa mientras que nos mostraba las fotografías en una revista de historia del arte  y nos explicaba lo que veíamos. Todavía recuerdo la delicadeza con la que pasaba aquellas hojas satinadas llenas de fotografías en color de auténticos tesoros.

Ahora, 44 años después me encuentro a escasos metros de ellas así que las miro y admiro desde todos los ángulos posibles y no puedo evitar regresar a mi adolescencia ni pensar si este admirado profesor llegó alguna vez a disfrutar de lo que yo estaba disfrutando ahora. Fueron unos  momentos muy intensos emocionalmente, para ambos y casi las lágrimas de emoción acudían a nuestros ojos. Y recordé una vez más a DON Francisco Perez, que murió trabajando en la biblioteca nacional años después de jubilarse.
Es curioso, él, que pidió a la clase que cuando llegara el año 2000 le recordáramos  brindando por el nuevo milenio que no vería él, supongo que no llegó a suponer nunca  que estaría en mi recuerdo también en estos intensos y mágicos momentos 19 años después de ese momento.


La diorita de Kefren, el material más duro que se conoce a excepción del diamante por lo que se piensan que podría haber sido cortada y tallada con ellos, el grupo escultórico de Seneb y su familia. Seneb que sufría de enanismo, fue jefe del guardarropa real. Sus hijos aparecen abajo con el dedo en la boca, signo que veremos que se repetirá a lo largo de nuestro desplazamiento por Luxor y que según nuestro guía, quiere representar a los niños;









Rahotep y Nefret delicadas esculturas donde contrastan los colores masculinos, siempre oscuros, sobre los femeninos, mucho más pálidos y en este caso en excelente estado de conservación. 

Senenmenut y Neferura,  arquitecto del tempo de la reina  Hatshepsut  y supuesto amante de ella así como también supuesto padre de Neferura, hija también de Hatshepsut; 


muchos sarcófagos  de madera y piedra, la sala de las momias, donde no se permitía hacer fotografías ni con teléfono y otra de las joyas del museo, la espléndida e impresionante sala donde se encuentra el tesoro de Tutankamon, donde está igualmente prohibido fotografiar, con su espectacular máscara funeraria, entre otras maravillas, para terminar, dando un paseo por la sala de las momias de animales, recomendada por Bartomeu. 




Luego contemplamos desde el piso de arriba una buena colección de sarcófagos pétreos para dirigirnos ya al punto de encuentro con Manal.


En este museo podríamos pasar fácilmente días, pero Manal eligió lo más destacable. La visita tampoco se hacía muy agradable por la cantidad de gente que llena salas y pasillos. Desde muchas instituciones se ha criticado la falta de espacio para exponer las obras, que parecen  estar "apiladas" más que expuestas. Y es que el museo contaba en su apertura con 12.000 piezas y actualmente tiene 150.000  por lo que actualmente está en construcción el Gran Museo Egipcio, que pretende recoger la mayor parte de la colección del museo, con una tecnología y una arquitectura mucho más moderna y que vimos cerca de nuestro hotel. Pero viendo muchas de las piezas que había, la delicadeza y la fragilidad de algunas, el tamaño de otras, y la gran afluencia de gente que hay siempre, creo que pasarán muchos años antes de que comience a funcionar.

Y de nuevo nuestro  conductor  nos recogió para dirigirnos ahora al mercado de Khan el Khalili. Manal nos dio media hora para internarnos por sus callejuelas en solitario. Y así lo hicimos  dejándonos engullir por sus calles llenas de puestos. Y caminamos despacio, mirando aquí y allá, pero sin pararnos ya que eso significaría que podríamos estar interesados en  algo e inmediatamente se abalanzarían sobre nosotros los dueños de los negocios ofreciéndonos mil y una mercancías y regateando su precio.

Y con la perspectiva del tiempo puedo decir que me gustó más el zoco de Marrakech. Había más variedad. Aquí todos los puestos más o menos exhibían lo mismo y tampoco nos atrevimos a pararnos para evitar, como he dicho antes, el acoso de los comerciantes.

Y como sabemos lo laberíntico que pueden resultar estas callejuelas, intentamos movernos en círculos que debimos hacer pequeños ya que en poco tiempo nos encontramos donde comenzamos. Dimos alguna que otra vuelta y salimos media hora después tal y como habíamos entrado: con las manos vacías.


Manal nos había dicho que si en vez de dedicar una hora a pasear por este mercado lo reducíamos a media, la otra media pasearíamos por otras callejuelas, como así hicimos. Así caminamos tras de ella dejando a los lados una hermosa mezquita a la que no entramos y otros bonitos edificios y rincones de este populoso y peculiar barrio.






Nos volvió a recoger nuestro conductor para dirigirnos ahora al Barrio Copto, lugar donde vivieron y viven los cristianos egipcios. Allí nos acercamos en primer lugar a la iglesia de Santa María la Virgen, más conocida como la iglesia colgante de El Cairo por estar construida sobre una de las antiguas puertas de la Fortaleza de Babilonia.  Esta fue una construcción romana ubicada a orillas del Nilo y que servía para cobrar el peaje entre el Bajo y el Alto Egipto. Durante un tiempo fue mezquita aunque en la actualidad ha vuelto a manos de los cristianos coptos.


En su interior, lleno de gente, destaca el altar mayor que está tallado en mármol así como trece pilares que representan a Jesús y sus apóstoles. 



Nos sentamos en uno de sus bancos disfrutando del lugar, para después continuar con la visita ahora hacia la iglesia de San Jorge




Este  templo está consagrado al culto copto ortodoxo y  es la sede del Patriarcado de Alejandría y al igual que la iglesia colgante, fue construida sobre una torre de la antigua fortaleza de Babilonia, datando del siglo X.

Muy cerca  encontramos  la iglesia de San Sergio, esta de los siglos IV y V. En su interior  las naves que la componen están separadas por dos filas de columnas, once de mármol blanco y una de granito rojo y su techo tiene forma de bóveda de cañón.

Según la tradición fue construida en el lugar donde se refugió la Sagrada familia durante su huida a Egipto y hay una cripta donde dicen que durmieron y  donde bajamos. 

Al igual que ayer, cuando Manal nos preguntó si queríamos comer antes o después de cumplir con el programa previsto para hoy,  la respondimos que después. Por experiencia sé que después de comer me da un bajón, así que prefiero hacerlo así.   Y nos dirigimos a otro restaurante local. Esta vez fue un buffet donde comimos también muy bien.

Y de regreso al hotel.  En sus puertas nos despedimos de quienes durante dos días nos habían acercado a su cultura, a sus gentes, a su ciudad,  nos habían descubierto sus tesoros y sus bellezas y habían cuidado de nosotros. El conductor nos sorprendió por su habilidad, esquivando motos y coches en una ciudad con un tráfico caótico. Lo que en Europa serían dos carriles, aquí eran cuatro o cinco dejando un espacio mínimo entre los vehículos. Y el que se arrugaba no pasaba. Todos se colaban por donde podían, sobre todo los motocarros a los que no solo les valía cualquier sitio, sino cualquier sentido aunque fuera el contrario, siempre y cuando acortaran camino. Así que para conducir además se tienen que tener los nervios bien templados, como nuestro conductor demostró. Incluso una vez le golpearon el espejo retrovisor y no dijo nada. Salió a comprobar daños e impertérrito, continuó con su trabajo. Y es que no se oían gritos, ni insultos, ni pitidos, algo sorprendente para nosotros.

Señalar que durante nuestra estancia en la ciudad comprobamos como en muchos edificios había pisos que estaban sin terminar, no edificios, sino alguna planta o plantas de algunos,  que era lo curioso. Había una planta, por ejemplo, que parecía inacabada. Manal nos contó que aquí se compraba la vivienda sin terminar, sin puertas, ni ventanas, ni instalación de luz ni tuberías y luego la gente según tenía dinero iba poniéndolo. Es decir, se compraban las cuatro paredes del piso y punto.   También captó nuestra atención alguna planta demolida. La plancha que era el suelo curiosamente aparecía en posición vertical apoyada en alguna pared. La habían hecho desaparecer. Según Manal, el Gobierno la destruía por carecer de licencia o ser ilegal por algo y así no podía ser habitada.

Ahora tocaba ya descanso y prepararnos para salir mañana a las 3 o 3,30 de la mañana rumbo al  aeropuerto hacia nuestro destino en Luxor.   Pero primero disfrutaríamos de un baño en la piscina.
Al llegar a nuestra habitación otra vez varios intentos –esta vez hasta siete- para conseguir abrir la puerta. Y cuando entramos nos encontramos una sorpresa: la habitación estaba sin hacer, pero lo que era peor, no nos habían dejado una botella de litro y medio de agua, indispensable para sobrevivir hasta mañana ya  que al estar el hotel en medio de la nada no podíamos salir a ningún comercio a comprar una.  Así que regresamos a la recepción para informar de lo que había pasado. Nos dijeron que regresáramos a la habitación y esperáramos cinco minutos. La pedí al menos que nos diera la botella de agua pero me dijo que ese no era el procedimiento, así que, obedientes, regresamos…de excursión

Pero pasaron hasta quince minutos sin que nadie apareciera así que decidimos ponernos el bañador para no perder más tiempo y regresar por la recepción. Comprobamos que no habían hecho nada y nos invitaron una vez más a esperar pero les respondí que íbamos a darnos un baño y que a la vuelta regresaríamos.

Baño muy agradable con una anécdota reseñable: por primera vez en mi vida vi el burbikini.  Había un grupo de jóvenes egipcias bañándose y todas, sin excepción, cubrían sus cuerpos desde los tobillos hasta el cuello, con brazos incluidos. Solo una tenía la cabeza descubierta. El resto un pañuelo. Incluso hubo una que al salir se enrolló en una toalla sin importarla que se mojara. Curiosa la imagen a veces en el mismo plano, de ver  europeas en bikini y al otro lado a jóvenes egipcias que solo mostraban su cara, manos y pies. Sorprende contraste y, voy a decirlo, triste.

Y regresamos a la recepción. Y ¡sorpresa! Tampoco habían hecho nada. Es más, ni siquiera encontraban la botella de agua. No quise perder mi tiempo pidiendo una vez más explicaciones de porqué no habían limpiado la habitación. Supuse que la persona encargada de la limpieza no habría podido acceder por el mal funcionamiento de la puerta, pero también quise suponer que esta persona lo habría o al menos, debería haberlo comunicado a su superior. Estaba cansada, y no quería estrujarme más el cerebro para entenderme con ellos en mi inglés de “andar por casa”. Total, no iba a solucionar ya nada. Había que administrar las fuerzas. Así que volví a pedir la botella de agua, me pidieron disculpas y ninguna explicación.

De regreso a la habitación, a los pocos minutos apareció una persona para limpiarla. Estábamos duchándonos, cansados, teníamos que preparar todo para la madrugada del día siguiente, así que le dijimos amablemente que ya no era necesario.

Después de dejar semipreparado todo decidimos,  pese a Angel,  salir a cenar fuera. El google maps me indicaba un restaurante cercano. La sensación de encontrarnos fuera del hotel, si la protección de nuestra guía y conductor, en una ciudad tan distinta y caótica, era algo inquietante. La actitud de Angel no ayudaba pero tampoco la del personal que estaba a las puertas del hotel que nada más vernos nos abordaron ofreciéndonos taxi, diciéndonos que allí cerca no había nada para comer, que mejor fuéramos en taxi, que  ofertaban allí mismo. Sin hacer caso les dije que queríamos andar y nos alejamos. Caminamos por una gran avenida, no muy bien iluminada y no éramos capaces de ver nada cercano que sugiriera algún sitio para cenar, así que me rendí a Angel y regresamos al hotel. Nuestra solitaria escapada había durado 10 minutos.

Gracias a mis lonchitas de jamón y un poco de pan tipo colines, pudimos cenar algo y después de hacer más cuentas  descubrimos que no habíamos abonado a la agencia 45 euros por cabeza en concepto de…¡¡PROPINAS!!!, así que resignados regresamos a la entrada del hotel a una oficina de cambio que parecía no cerrar nunca. Y allí volvimos a cambiar dinero al mismo precio que en el aeropuerto. Y ya a descansar que mañana el día iba a ser muy duro.

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