LOS TRABAJADORES Y LOS NOBLES


De los trabajadores a los nobles. Lunes 21 de octubre.

También muy pronto nos citó Admed quien puntualmente  nos recogió del hotel para dirigirnos esta vez al poblado de los trabajadores  Deir el medina. De nuevo cruzamos el Nilo y nos internamos en las áridas tierras hasta llegar a este inhóspito lugar. Muy poca gente.

Este  poblado egipcio cuya traducción es “lugar de la verdad”, fue fundado por Tutmosis I para dar alojamiento a los trabajadores y artesanos del Antiguo Egipto que participaron en la construcción y decoración de las tumbas tanto en el valle de los reyes como de las reinas,  comunidad que incluía desde canteros a dibujantes, pintores, escultores, arquitectos o albañiles. Durante más de 450 años fue habitado por los constructores y decoradores de las tumbas reales. Todos los días iban caminando a sus lugares de trabajo. Aquí vivían con sus familias. Una maqueta a la entrada nos descubre cómo eran sus viviendas.

Su estrecha convivencia tras los muros de la aldea generó todo tipo de situaciones que transcendieron el ámbito profesional. Pero lo más relevante son los restos encontrados en este poblado entre los que  abundan los papiros que detallan historias de sus habitantes, rescatando para nosotros sus nombres, sus vivencias y sus miedos.

Los restos del poblado nos muestran una simetría de líneas y ángulos rectos  en sus calles en las que se alineaban las viviendas apiñadas unas con otras y abiertas a la vía central. Alargadas y rectangulares, tenían una superficie de unos 70 m², y estaban realizadas siguiendo un mismo plano: habitaciones alineadas que incluían una cocina y despensas subterráneas. Ante la estrechez de los espacios, las azoteas cobraron protagonismo. La vida en Deir el-Medina estuvo marcada por la rutina. La jornada laboral se componía de ocho horas con una pausa para comer. Su semana constaba de diez días y descansaban los dos últimos, además de librar las festividades del calendario litúrgico y en caso de ausencia, los motivos debían estar debidamente justificados. Su trabajo era pagado a finales de mes en forma de sacos. Cada trabajador percibía una paga que se realizaba en especies: cereales, verduras, pescado, telas, aceites... No es de extrañar que los obreros elevaran sus quejas cuando empezaron a producirse retrasos en los pagos. Corría el año 29 del reinado de Ramsés III cuando se documentan las primeras huelgas conocidas en la Antigüedad.



En este poblado están también las tumbas de arquitectos, capataces, etc.,  y la entrada al poblado nos daba derecho a visitar tres de ellas.

Más pequeñas que la de las reinas y príncipes que habíamos visitado, sus paredes estaban pintadas con escenas del libro de los muertos pero también de sus vidas cotidianas. Así pudimos observar los curiosos conos de cera perfumada que se ponían sobre sus cabezas y en los que ponían flores distintas si eran mujeres u hombres. Al  derretirse con el calor del cuerpo exhalaban los aromas de las flores.





También contemplamos sorprendidos por su realismo escenas de la vida tan cotidiana como era la labor de recogida de cereales donde nos mostraban una hoz muy parecida a la que utilizó mi abuelo, solo que la que aquí aparecía pintada tenía  5000 años más, y labores del arado de los campos con bueyes, escenas que pese a tener los años que tenían me resultaron familiares.

Todos los muros eran papeles de un libro escrito que contaban historias. Los colores vivos casi emborrachaban nuestros ojos sobre todo porque los espacios eran más pequeños  y  sentimos  su cercanía. Estamos rodeados por ellos: colores, historias, vida, cotidianeidad,…todo nos hablaba de su propietario, de su vida y muerte.


E igualmente, muy muy poca gente.
Dejamos las tumbas para acercarnos al  pequeño templo de Hathor y Maat de la época Ptolemaica donde en su interior un operario limpiaba los relieves para que recuperaran la viveza de sus colores. La capilla derecha contiene escenas de ofrendas, la de la izquierda una representación del juicio del alma y la central ofrendas de los faraones y Cleopatra. Hermoso lugar apenas visitado y que realmente merece la pena.






Al lado estaba la ostraca, o basurero del poblado  de más de 40 metros de profundidad, donde se han podido encontrar escritos, cerámica y utensilios de los habitantes del poblado. Además, se han conservado miles de retales de sus vidas en forma de fragmentos de caliza y cerámica (los llamados ostraca). Dado que eran abundantes y baratos, sirvieron como soporte para escribir textos o dibujar bocetos de toda índole, algunos de ellos maravillosos ejemplos de la maestría de los artistas. Muchos, usados como papel en sucio, se acumularon durante años en un profundo pozo que sirvió de basurero.

Es un agujero del que solo podemos ver su gran boca. No está  permitido acercarse, pero Admed nos dice que le demos una propinilla al vigilante y nos dejaría acceder como así fue. Con mucho cuidado nos fuimos acercando a este inmenso agujero. En el borde encontramos muchos restos de cerámica. No conseguimos ver su fondo. Impresionaba su diámetro y profundidad. Un mal paso y podríamos salir en “los papeles”: turistas españoles de caen en la ostraca, así que con mucho cuidado íbamos asegurando cada paso que dábamos.

La siguiente parada estaba en el Rameseum, tambien fuera de los circuitos y donde no encontramos a nadie. Su estado de conservación no es muy bueno, pero el lugar impresiona. Aquí se usaron algunas innovaciones arquitectónicas, como el uso de la arenisca en vez de adobe para construir el primer pilono.

Destacan también las escenas de batallas del segundo pilono  y los capiteles de las columnas papiriformes que conservan aún sus colores aunque muy apagados por el paso del tiempo.

Al entrar, en el primer patio se encuentra una de las más famosas estatuas de Ramsés II. Es la estatua monolítica más grande jamás esculpida con casi 18 metros de altura sin la base y originariamente formaba parte de un conjunto de colosos sedentes.

Tiene muchos edificios anexos de ladrillo que servían como almacenes y oficinas para los sacerdotes. Nos acercamos a unos espacios curiosamente abovedados que eran los silos o graneros. Y estas bóvedas tenían 5000 años construidas en lo que parecía adobe.


A la salida fotografié un grafiti del que se llamó arqueólogo, el italiano Belzoni que si bien hizo descubrimientos y aportaciones relevantes,  también lo es que espolió mucho patrimonio egipcio enriqueciéndose con su venta a países europeos.

Atrás dejamos el Rameseum  y ahora tocaba visitar el valle de los nobles, lugar donde se encuentran sus tumbas. Me parecía estupendo tener una visión  de conjunto: de  las tumbas de los obreros, de los nobles, de las reinas y de los reyes. No lo había pensado así. Sencillamente cuando estudié el viaje vi que era de siete días cuando yo podía disponer de más así que fui añadiendo cosas a los circuitos habituales. Esto, al margen de poder visitar sitios y disfrutarlos casi en soledad y con pocos o muy pocos turistas, también me aportó una visión más general del antiguo Egipto. Por supuesto que no hubiera sido posible sin el consejo que me aportaron tanto en la misma agencia sobre las excursiones que ofrecían, como de Bartomeu, a través del foro de losviajeros.com  hasta conseguir conformar un viaje de diez días por el país.



Rumbo al valle de los nobles donde pudimos igualmente visitar tres tumbas. La característica principal era la representación en sus muros de la vida cotidiana de sus dueños durante su vida. 

En todas nos encontramos a la entrada con su propietario  grabado en uno de los muros de la puerta dándonos la bienvenida. Y destaca la meticulosidad y perfección en el grabado de las pelucas y collares.



En las paredes predominaban representaciones de lo que había sido su cotidianeidad diaria. Escenas labrando el campo o  en la sala hipóstila de la tumba de Ramose donde aparece la hermosa escena que representaba un cortejo fúnebre con sus plañideras incluidas con todo lujo de detalles. En esta tumba en la parte trasera hay un nicho con un par de estatuas sedentes excavadas en la piedra y que representan a Ramoses y a su hermana.

Después de visitar estas tres tumbas Admed cumplió mi deseo: tomarnos unas cervezas egipcias frías en un bar cercano al Rameseum y actualmente propiedad de los nietos del auténtico descubridor de la tumba de Tutamkamon, consejo que me dio Bartomeu.

Y coincidencia, resultó que los dueños eran primos de nuestro guía. El lugar era sencillo, con una terraza exterior muy sombreada y en el interior encontramos fotografías de su abuelo de niño cuando descubrió la tumba. Había también recortes de periódicos de la época.

El lugar estaba vacío, lo que me llamó la atención. Recuerdo cuando visitamos Normandía, el Café Gondreé, famoso por ser el primer lugar liberado por la 6ª división inglesa en junio de 1944,  regentado, al igual que este lugar, por los familiares directos de los que ofrecieron café a los primeros soldados que lucharon para liberarla de la ocupación alemana. Estaba lleno, por fuera y por dentro. Es cierto que era un lugar histórico y este no lo era, pero aquí sus descendientes guardan una preciosa historia de gran relevancia. Añadir también al contraste entre ambos, que cuando entramos en el Café Gondreé, sin haber leído un cartel que lo prohibía, intenté hacer fotografías  y de malas maneras me dijeron que no. Aquí fue todo amabilidad y hospitalidad.

Le dijimos a Admed que nos dejaran invitarles a las cervezas, respondiendo que ellos ya lo estaban por ser familia y que era ridículo pagar por lo que ya estaba pagado. Así que disfrutamos de una cerveza fresca que yo me  bebí como si fuera agua y después le dije a Admed que les pidiera hacernos una fotografía todos juntos –fueron varias-  y que les dijera que para nosotros era un honor conocerlos y poder fotografiarnos con ellos.Siempre me ha resultado chocante que a los llamados “arqueólogos europeos” que vendieron muchos de los tesoros de Egipto en Europa y se enriquecieron con ellos los llamaran “expoliadores”, pero que a los egipcios pobres que hacían lo mismo para comer, les calificaran como “saqueadores de tumbas”,  que parece un grado algo superior, más despectivo.  Este parecía ser el caso ya que la familia había sido calificada de saqueadora.

Mientras disfrutamos de nuestra cerveza, Admed nos contó como descubrieron la tumba. Al parecer estaban excavando una cercana y los escombros los tiraban sobre la supuesta entrada a la de Tutamkamon. El entonces un niño, era el aguador y escarbó en la tierra para poner su tinaja de agua y al hacerlo apareció lo que parecía un peldaño. Llamó a los obreros y  entre todos desenterraron varios escalones. Carter lo narró así: «un escalón seguía a otro y al nivel del duodécimo, hacia la puesta del sol, descubrimos la parte superior de una puerta tapiada, enyesada y sellada» con el conocido sello de la necrópolis real, el chacal y nueve cautivos. Carter entonces  comunicó por telegrama a   Lord Carnabon, que era el que financiaba la excavación, que posiblemente habían dado con algo importante. Lord Carnabon junto con su hija, inició el viaje a Luxor tardando 20 días en llegar, días que  aguardaron su llegada.

Una vez aquí, entraron en la tumba y después de traspasar una primera puerta y un pasadizo, se quedaron ante la segunda.  Carter abrió una pequeña brecha en una esquina e introdujo una vela para probar que no había aire viciado. Después ensanchó el agujero e introdujo la vela y miró.  Fue entonces cuando se produjo aquella brevísima conversación entre ambos que definiría un momento especial y único. Lord Carnabon le preguntó: "Can you see anything?"   (¿Puede ver algo?) a lo que Carter respondió: "Yes, wonderful things!"(Sí, cosas maravillosas). 



Ahora de nuevo en nuestra van dejamos atrás las casas que habitaron en su día Lord Carnabon y Howard Carter y pasamos por una excavación que dirigía una española, Miryan Seco,  financiada por el Banco de Santander. 



Admed nos dijo que la conocía personalmente y que era agradable. Mandó parar al conductor animándonos  a acercarnos a la valla y llamarla. 

Y así lo hicimos. Estaba con un grupo de unas tres personas más una de ellas con una cámara de televisión. A nuestro requerimiento ella se volvió, la saludamos con la mano preguntando  de dónde éramos para regresar a su tarea y nosotros hicimos lo propio volviendo a la van. 


Pero nada más sentarnos vimos como en un brevísimo instante de un agujero sacaban algo bastante grande en una plancha. Nos quedamos completamente perplejos tratando de procesar qué habíamos visto y  Admed nos lo explicó: acababan de sacar una momia. 

Nuestra emoción fue muy inmensa tanto como para afirmar, meses después del viaje, que fue la más intensa de él. Duró tan solo unos segundos,  incluso uno, pero fuimos conscientes  de que habíamos asistido a algo  único. Entonces Admed se lo comentó al conductor y nos habló de su niñez, ya que se había criado en uno de estos poblados, hoy desocupados al estar construidos sobre tumbas y ser lugares de excavación y estudio. Nos dijo que él y sus amigos jugaban con momias. Él era dueño de siete y sus amigos tenían cinco o cuatro. Que a veces se desprendía la cabeza de alguna  y no se les ocurría otra cosa que tirarla a los pies de las mujeres, para afirmar entre risas que después  había que correr mucho. También que era muy normal encontrarse con pequeños tesoros como escarabajos. Después, el Gobierno les obligó a abandonar sus casas para explotar y estudiar estos lugares. También nos relató la  anécdota de un vecino que era muy pobre y de pronto apareció con un mercedes. La policía no tardó en hallar el motivo de su riqueza  -había encontrado una tumba y vendía sus objetos- y condenarle a varios años de cárcel. No dejan de estremecerme este tipo de historias cuando contemplo la pobreza de la población.

Continuamos ahora nuestro camino y en un cruce en el que paramos nos vimos rodeados por un grupo de niños. Sus caras eran preciosas, esas pieles doradas, oscuras con esos ojos grandes negros llenos de curiosidad...y pidiendo. Entonces le dije a Admed que tenía bolígrafos y lapiceros de colores y me los pidió. Los repartió entre ellos y sus caras se iluminaron de felicidad. No soy partidaria de darles dinero porque de alguna manera es fomentar esa mendicidad. No deben estar aquí si no en la escuela.  Y los bolígrafos y lapiceros  desaparecieron como por arte de magia.  Viendo lo que cuestan en España y la felicidad que causaron, me arrepentí de no haber llevado muchos más.

Admed me advirtió de  que no me ocurriera sacar nada o mostrar que tenía más porque me romperían el cristal y si no había para todos, se pelearían entre ellos.  Aunque ya no tenía más no se me pasó por la cabeza repartirlos yo por temor a que pudiera ocurrir algo similar a lo que me describió.Después nos acercamos a visitar el templo de Seti I que me resulto interesante pero estaba ya saturada. Ya no era capaz de asimilar más. A todas las maravillas de las que disfruté hasta el momento, sumaba también intensas emociones que me habían casi agotado por lo que no lo disfruté como lo hubiera hecho de haber estado algo más “fresca”. 

De destacar  las bellas columnas papiriformes de la sala hipóstila así como la elegancia de sus bajorrelieves.Luego nos llevaron a una fábrica de alabastro y, como no,  allí  caímos en la tentación, en contra, como casi siempre, de Angel. Compramos unos pequeños vasos canopos para los chicos y otro un poco mayor para nosotros.

Y para finalizar este agotador día nos dirigimos a la orilla del Nilo para dar un paseo en faluca. Admed estuvo llamando por teléfono para coordinar todo ya que a la vez que navegábamos, tomaríamos nuestra comida. Pero cuando llegamos tuvimos que esperar a que llegara nuestro bote y Admed se enfadó mucho y la verdad es que cuando lo hacía, era de temer.

Por fin embarcamos y junto a nosotros también lo hicieron unas enormes bandejas redondas que contenían lo que comeríamos los tres. Así degustamos una deliciosa comida egipcia, pero el cansancio y el calor me estaban afectando y a Angel igual por lo que sobró bastante.  


Y dimos por acabado el día, así que nos dirigimos al hotel para irnos pronto a la cama. Mañana visitaríamos el valle de los reyes y si queríamos disfrutarlo solos o en la mayor soledad que se pudiera, tendríamos que estar allí a la hora de su apertura, a las 6 de la mañana. Después, embarcaríamos para remontar el Nilo.

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